miércoles, 22 de octubre de 2008

CUERPO II - hago pie





Amputada.

Estoy en el espacio que no es espacio.
En un lugar sin tiempo.
En la ansiedad que se acumula en el ombligo.

Estoy conociendo tu piel.
Una piel desconocida.
Ajena.

Hay un vínculo.
Una necesidad de ser libres.
Hay una necesidad de estar.

Estar no significa dejar de ser.

Pero, me cuesta diferenciar…
En mi estar está la petición implícita:
“No me vayas a dejar”

Así no puede haber más que la resolución de distanciar,
cuando en la definición preconcebida,
compartir no significa elegir estar,
sino dar sin poder separar.

Quiero salirme de la distancia cómoda.
Busco la distancia incómoda.
La que discrimina,
la que busca cómo diferenciar.

En el abrazo somos de la misma materia.

Después, no sé soltar…

Reclamo entonces presencia total y absoluta
a ese hombre que
supo pronunciar mi nombre,
y me devolvió a mi identidad.

No sé que soltar contiene un permiso.
Un permiso para poder volver a pedir.
Pedir.
Necesitar.

Si lo supiese,
me abriría a la nueva búsqueda,
a la incertidumbre,
al vértigo,
al no saber lo que va pasar.