domingo, 2 de junio de 2013

Mientras fertilizaba las plantas, cerré la ventana, y quedé encerrada en el balcón de mi casa.

Y me empecé a preguntar.

¿A qué le tengo tanto miedo?

Ahí estaba, afuera de lo conocido, afuera de lo habitual, imposibilitada a entrar.
Y no pasaba nada.
Y tuve que empezar a pensar de otra manera.
Para volver a mi Vida.
Para no quedarme afuera.

Me empecé a dar cuenta de cuanto me pierdo encerrada en las cuatro paredes de lo habitual que me protejen.

¿Protejen de qué?

Quería volver a entrar.
Pero, para Vivir.

Me las había ingeniado para dejarme afuera
sin saber cómo volvería a entrar.

Sin llaves,
sin celular,
y la vecina no estaba en su casa.

Estaba fuera del tiempo y del espacio.
Fuera del transcurrir.

Alejada del hábito y viva
Viva sin poder volver a mi Vida.

Temo el desprecio sospecho hay más allá de las cuatro paredes de mi mundo
MI mundo
ese en el cual me recluyo
ese para el cual todo afuera es hostil.

Parece que no es hostil

No es hostil.

Volviendo a entrar.